martes, 6 de agosto de 2013
Preludio de una tragedia
Por Yohali Reséndiz
- “Hubiera sido mejor una niña. No puedo más, es un calvario vivir con él” - confiesa sollozando Angelina.
Cuando nació David, el deseo de Angelina de ser madre no se calmó. Tenía que trabajar y sin saberlo, todos los días hizo algo para ignorar y delegar al pequeño que reclamaba su atención - la de ella- y no, la de los demás. Primero a llantos y con el tiempo a silencios que ahora calan el alma a esta madre de 50 años.
Fueron muchos meses en que David caminó hacia la escuela acompañado de su abuela, quién tampoco se portó como tal porque ella, ni siquiera le daba la mano. Sus diálogos generalmente eran reproches y malos tratos. Y así fue hasta que David pudo ir y regresar sólo. Coincidentemente una de sus maestras de la primaria rentaba un cuarto en casa de David así que, siempre las malas noticias de su comportamiento en la escuela llegaban pronto.
Nunca conoció a su padre y su abuelo hasta su muerte, siempre lo ignoró.
- “Un día agarró un cuchillo y amenazó con hacerles daño” recuerda Angelina .
Para poner en su lugar a David, cualquiera se creía autoridad pegándole, gritándole, humillándolo y lastimándolo a la menor queja de su madre quién nada o poco hizo para evitarlo. Tías y tíos amenazaban siempre al pequeño con golpearlo si seguía portándose mal y así fue hasta que creció. Hoy, tiene 15 años y a la menor provocación ahora aprovecha cada momento para hacerle pagar a su madre su abandono.
Hace 4 años, David se cansó de engañar a su madre poniéndose el uniforme de la escuela. Abandonó sus estudios cuando entró a primero de secundaria. Hace más de 7 nadie lo controla. La familia lo ve como un mal bicho. Hoy cumple un año que no come alimento preparado, se niega a alimentarse por temor a “engordar” y a cambio exige unas papas, unas galletas y religiosamente un vaso de leche tibia por la noche. -- “Por ejemplo ayer estaba cocinando y David quería unas galletas de la tienda, yo le dije que estaba cocinando y que tan pronto terminara iría y de plano me apagó la estufa, me tomó del brazo y me gritó: "vas porque vas".
David juega y aprende violencia por la noche en el XBox exigido a su madre o ve televisión. Ya no se baña y hace años que no sale a la calle. Su sandalia izquierda se ha roto hace meses y se niega a usar nuevas porque quiere que su madre le compre otras del mismo color y de la misma marca, "ya no puedo poner la bomba del agua porque le molesta y me grita. Si pasa un avión, él se tapa los oídos y me grita": "diles que se vayan, que no pasen por aquí”
Cada noche, David exige a su madre sentarse a su lado mientras juega y sólo hasta que él lo decida, ella puede irse a dormir,“anoche me dejó irme a dormir hasta las tres y media, yo me levantó cinco para irme a trabajar”.
No hay diálogo entre ellos, ni respeto, ni amor, ni cordialidad, sólo insultos, tristeza y vacío.
Las cicatrices no cierran, al contrario están ahí todos los días en la espalda de Angelina, que David quemó con una plancha. Están ahí en el brazo derecho cuando David la empujó y ella se golpeó con la puerta dejándole su brazo amoratado. Están en cada grito de él hacia ella, exigiéndole que salga a la tienda por cualquier fritura o golosina que se le antoja.
Angelina ha tenido para él frases dolorosas, “tengo tanta tristeza que he sido capaz de decirle a mi hijo, que ya no podemos seguir así y que sería mejor que se muriera él o me muriera yo”.
"¿Por qué no le dices a ella la vez que me dijiste que me ibas a envenenar? ¿Por qué no le dices que me maldices?", cuestiona y enfrenta David a su madre frente a esta reportera.
"Yo cometí errores pero yo ya no quiero que vivamos así” dice Angelina a manera de disculpa. "Lo convencí de llevarlo al hospital Juan N. Navarro y le compré su medicina y nos dieron un pase para un hospital psiquiátrico en la Col. Leyes de Reforma y cuando llegamos a la casa, me rompió el pase y la receta la cual pegue en pedacitos y le compré su medicina, y la tengo escondida porque ni siquiera se la va a tomar y me da miedo que me la tire porque me costó cara".
En una mesa de noche hay dibujos hechos por David, sin ser profeta, él podría ser un artista de tiras cómicas pero nadie le ha enseñado ni dicho que él puede ser capaz de lo que se proponga.
“Estoy tomando terapia en el Centro de Atención a Riesgos Victimales y Adicciones (CARIVA) y sí llego tarde a casa, él me amenaza con que me encerrará y ya no me dejará salir a trabajar, a quienes me atienden les he contado de mi situación y nadie me ayuda. Fui al Hospital Psiquiátrico Infantil Dr. Juan N. Navarro y cuando yo les conté cómo vivíamos, ellos no lo vieron como una urgencia. Yo sé que esto terminará mal y sé que él puede hacerse daño o me lo hará a mí. Yo estoy dispuesta a comprarle su medicina, pero él no quiere ir al psiquiatra y yo ya no tengo manera de controlarlo. Sólo quiero que alguien nos ayude y nadie quiere ayudarnos. ¡Nadie, nos ha querido ayudar! ", dice Angelina y se suelta otra vez a llorar.
David se niega a salir de una habitación que huele a olvido. Sólo con su permiso de su madre puede cambiar sus sábanas. Por meses ha traído la misma camisa y pantalón. Su cuerpo y alma está enfermo por falta de alimento y medicamento.
Las amenazas de David hacia Angelina sobre conseguir ayuda son constantes: "Él me dice que si lo internan, el día que él regrese ¡me va a matar!"
En las últimas semanas, David le ha pegado a su madre. La ha pateado y le ha dicho que quiere ser narco y que lo primero que hará es comprarse una bazooka. "El maltrato que recibo por parte de mi hijo es más constante, él está desesperado porque lo denuncie, pero yo no quiero esto para mi hijo, yo lo único que pido señorita, ¡POR FAVOR QUE ALGUIEN NOS AYUDE!, es lo único que pido, QUE ALGUIEN NOS AYUDE"
David ha sido diagnosticado con Distimia y uno de los principales estados es desánimo, pesadumbre o tristeza el estado de ánimo puede ser irritable en lugar de deprimido. Quienes lo padecen experimentan sentimientos de desesperanza, baja autoestima pues tienen un punto de vista de sí mismos desalentador y de su futuro y dónde los problemas son más difíciles de resolver. David necesita con urgencia un psiquiatra que le haga saber y entender que es un ser humano valioso. Él requiere de una terapia que lo haga descubrir que afuera hay un mundo de posibilidades de sentirse útil y feliz.
Si bien es cierto que nadie nace sabiendo educar, Angelina necesita que le enseñen a aceptar a David, a no minimizarlo y a escucharlo. Angelina necesita que le enseñen a no herir con hechos ni palabras a su hijo. Ambos necesitan ayuda con urgencia antes de que suceda una tragedia.
*Angelina y David viven en la Ciudad de México. Si usted es psiquiatra o psicólogo y desea ayudarlos envíe un correo a: periodismosincensura1@gmail.com
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