Por Yohali Reséndiz
Cuando visito a mamá, suelo ser la más consentidaza por todos en casa. Pero hoy, en particular, hoy no había mantequilla; así que, salí a la tienda de la esquina. Ahí, frente a mi, con la cabeza baja, la espalda encorvada y encanecido, caminando a paso lento iba Juanito, vecino de mamá, quien además me conoce desde que yo era una niña. Hoy, es un adulto mayor, viudo desde el pasado mes de Noviembre.
De dos zancadas le alcancé.
-Hola Juanito, lo saludé gustosa.
Antes de responderme, yo ya había observado, que en su mano temblorosa, sostenía una caja de una medicina y una jeringa.
-Sabía que estabas aquí, te vi llegar... Ya no te he visto en las noticias. ¿Todo bien?, me preguntó.
-Ah, esa es una larga historia, que algún día le contaré, pero hoy no. Mejor dígame ¿a dónde va?
-Voy a buscar quién me inyecte. Ayer, tu hermana lo hizo pero después, no me quiso cobrar y me da mucha pena pedírselo de nuevo...
-Ah, pues hoy, lo inyecto yo y así no es la misma persona. Sólo voy a la tienda y después lo alcanzo en su casa. Fui a la tienda, regresé a casa de mamá, dejé la mantequilla, avisé que inyectaría a Juanito y me volví a salir.
Crucé la puerta de la casa de Juanito, hacía al menos 25 años que no entraba ahí. Aún recuerdo la última vez, fue cuando mi pelota con la que jugaba, fue a parar a su patio. Estando ahí, recordé los corajes que hacía Juanito cuando eso sucedía. Y también vi aquella ventana, a la que un par de veces le rompí el cristal jugando "beis" con la pandilla de mi calle. Esos recuerdos que vinieron a mi mente me hicieron sonreír.
La casa de Juanito, siempre ha estado pintada de azul. Sigue igualita, pero hoy, algo había cambiado... Había silencio... El radio de Doña Mary, estaba colgado en la ventana apagado, no habían flores en los geranios y aquella planta de alcatraces, donde muchas veces cayó mi pelota, se había secado.
Entré a la sala, vi que aquel librero que yo recordaba que era inmenso, realmente es pequeño. La imagen del orden en su casa, era una fotografía. Así de pronto, me di cuenta, que el tiempo sólo había pasado en la persona de Juanito y la mía.
-Juanito, ¿tiene algodón y alcohol?, le pregunté.
-Claro, aquí está, me dijo.
Se acercó a un tarro de gel, el cual abrió con dificultad. -Esta mano temblorosa, cada vez me deja hacer menos cosas, son principios de Alzheimer-, me dijo mirándome a los ojos.
-¿Ya se está atendiendo?, pregunté.
-No quiero. Mejor así, que sea rápido. Me siento muy solo, respondió.
Un nudo atravesó mi garganta. Intenté elegir la respuesta adecuada, de entre todas las respuestas del mundo, quise elegir la "correcta" y dije:
-A veces Juanito, uno puede estar con decenas de personas y al mismo tiempo, sentirse solo. El sentimiento de soledad, está en cada uno de nosotros, no se trata de la compañía que podamos tener, sino de uno mismo, sólo de uno mismo. ¿Cuántas veces compartimos nuestra vida con alguien y aún así, uno se siente vacío y solo?
Entonces, Juanito se sentó en la orilla del sillón y mirándome, dijo: -Tienes razón, no lo había visto así. La soledad está en uno mismo... mmm "buena frase"-, al mismo tiempo en que me hablaba, parecía reflexionar y una leve sonrisa se dibujaba en su rostro, igual que si le hubiese dado la llave para abrir una puerta desconocida.
-¡Claro! Yo, a veces me he sentido así, le respondí. Teniendo y sabiendo, que a mi alrededor existen personas que me aman y que sé que les importo, me he sentido justo así, sola. Mientras charlábamos, yo extraía el liquido amarillento de la ampolleta y llenaba la jeringa.
-El duelo ha sido muy duro. Muy duro. Ya casi cumpliré un año sin ella, Yohali. Mientras me decía esto, su mirada parecía perderse.
Las palabras, se agolpaban en la garganta de un hombre que había perdido a su compañera de vida. Doña Mary, estuvo postrada en una silla de ruedas, él la cuidó día y noche durante años. Recuerdo que lo vi llevarla muchísimas veces al hospital. Me consta, yo misma, los llevé un par de veces, cuando los vi padecer por no poder abordar un taxi.
-Sí, Juanito. Perder a un o una compañera de vida, es una de las cosas más dolorosas que un ser humano enfrenta en la vida, un año, es solo tiempo, porque supongo que siempre será como si fuese apenas ayer. A veces pienso, que aquello bueno y valioso, que tenemos a lo largo de nuestra vida, no debería apagarse o morir nunca. Y es muy injusto, que la tristeza y el vacío nos gobiernen y al mundo lo engañemos mostrando que estamos vivos cuando en realidad, lo que tenemos es un duelo de amor verdadero que no se muestra, sólo se siente en el alma.
-Justo así, justo así me siento Yohali, me dijo Juanito, al mismo tiempo que levantaba al techo, su dedo índice derecho tembloroso.
-Juanito, jamás me ha gustado hablar de lo que es el duelo para mí, pero para mí es igual a una lluvia solo que dentro de nosotros, como si el color se fuera. Sólo en nuestros sueños, cuando tenemos la dicha de encontrar a alguien que se ha marchado de nuestras vidas, por distintas razones, le disfrutamos y volvemos de nuevo a sentir aquella alegría. Así que, cuando yo por ejemplo, he soñado a quienes han partido de mi vida, trato a toda costa de decirles de nuevo cuánto los extraño, y ese beso o abrazo dado en sueños, es tan real, que es como un regalo divino a tanta tristeza unida por el pensamiento y sentimiento que llevamos dentro. Porque nunca, el pasado regresa Juanito, hay que enseñar a nuestro corazón a ser feliz con lo que se tiene. Y no se trata de olvidar, sólo de aceptar que todo cambia. Dejar de escondernos para nosotros mismos, porque uno deja de vivir para uno mismo y eso, no es vida. A veces uno no lo acepta, es como un sí pero no, porque siempre, siempre, tendremos en nosotros mismos, el amor a flor de piel por aquella persona que fue importante en nuestra vida.
Mientras yo hablaba, Juanito me escuchaba y asentía con la cabeza, luego dijo:
-Tienes razón, cuando la sueño he sido muy feliz y cuando despierto me dura varios días esa sensación de tranquilidad y no me siento solo ni triste. ¡Ah, cómo me gustaría de nuevo tenerla conmigo y platicar, la extraño tanto!
-¡Pues dígalo Juanito! Yo, cuando extraño tantísimo a alguien, lo digo en voz alta, aunque ya no me escuche, le dije.
-¿Sabes qué? Hay un paseo el próximo sábado y me había resignado a quedarme aquí sólo, ahora con esta plática, creo que ya me dieron ganas de ir, mi Mary hubiese ido conmigo ¿verdad Yohali?
-¡Claro que hubiese ido con usted Juanito! Estoy segura, porque eso hacen quienes se aman: "Comparten tiempo de calidad". Pero sobre todo, cuando uno ama a alguien, se le deja libre. Así que a Doña Mary, ya no le sufra, dígale que es libre, que sigue y seguirá siendo importante para usted, que aquellos momentos junto a ella son invaluables e irrepetibles y que nada compensará aquellos momentos de felicidad que compartieron juntos. Soltar los espíritus de aquellos a quienes amamos y nos dejaron, es muy difícil, pero justo por amarlos, es necesario decirles: TE AMO y siempre estaré pensando en ti.
Lo siguiente fue doloroso, inyecté a Juanito mientras vi que mordió su almohada. Un líquido aceitoso, tenía que entrarle en el glúteo muy despacio... Listo Juanito, no se levante, repose el medicamento.
-Gracias, Yohali...
-Nada que agradecer Juanito, dije antes de marcharme.
En realidad, ver a Juanito me hizo solo reafirmar aquello que siempre he sabido pero a veces no he aceptado y que tiene que ver que cuando las personas se van de nuestras vidas, involuntaria o voluntariamente, quienes nos quedamos atrás, somos quienes sufrimos su ausencia, así que, sí....aceptarlo se convierte en la única manera de continuar....abrir la mano y soltarlos....pero sobre todo, pensarles felices como cuando compartieron la vida junto a nosotros.
@yohaliresendiz
Me hiciste meditar en mi hermana, falleció hace casi 3 meses y si, así es exactamente como se siente....
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