lunes, 19 de noviembre de 2018

Niño con síndrome de down entre las víctimas de abuso sexual de Ramón “N”, asistente administrativo en el Jardín de Niños “Marcelino de Champagnat” en la Ciudad de México.

Por Yohali Reséndiz


Jezabel es madre de un pequeño de 4 años con síndrome de down. “Me enteré de su discapacidad cuando nació por sus características y un examen de genética lo confirmó, pero se quedó en una lista de espera de un estudio (cariotipo) porque me quedé sin IMSS”, dice en entrevista con Excélsior.

Desde el pasado ciclo escolar 2017-2018 decidió inscribirlo en el Jardín de niños “Marcelino de Champagnat”, ya que una de sus doctoras le recomendó inscribir a “G” en un kínder regular porque tenía mucho potencial y podía madurar y crecer mejor. La madre del pequeño comenzó a buscar la mejor alternativa y encontró que éste Jardín de niños, ubicado en calle 1513 s/n, en la sección San Juan de Aragón perteneciente a la alcaldía de Gustavo A. Madero
contaba con un programa llamado “UDI”, Unidad Didáctica Integrada, atendían a niños con alguna discapacidad y además era un Jardín de niños con prestigio.

Fue a mitad del ciclo escolar, en el turno vespertino, cuando Jezabel comenzó a notar que “G” tuvo cambios drásticos a su entrada al Jardín, incluso llegó a pensar que era por “flojo” y en una estrategia familiar para que “G” cambiara su actitud al ingresar a la escuela, pidió a familiares cercanos (tía y sobrino) que la acompañaran a dejarlo.

“Mi hijo mostraba signos de apatía, enojo, hacia berrinches, eso era algo muy raro en él, cuando siempre fue y ha sido muy amoroso, la mayoría del tiempo estaba muy enojado conmigo y en los últimos meses se acrecentó esa inconformidad. Cuando él me escuchaba decir que le iba a poner el uniforme se hacía el dormido, se echaba a correr, lloraba y yo siempre pensaba en que no quería ir a la escuela por flojera. Hoy no paro de reprocharme ni sentirme tan responsable de cómo es que no me di cuenta lo que a él le ocurría y que sin hablar, trató de decírmelo de muchas maneras” cuenta ahogada en llanto la madre de uno de los menores presuntamente abusados sexualmente por Ramón ‘N’, quien se desempeñaba como auxiliar administrativo en esa institución educativa y es señalado como presunto agresor sexual de más de 30 niños, todos alumnos.

Cada tarde, “G” se aferraba de donde fuera para no ser metido a la escuela, “con sus manitas agarraba a mi papá o a cualquier cosa para no ser ni subido ni bajado del carro” dice la madre, quien además refiere que meses atrás “G” traía lesiones en piernas, brazos y pecho.

“Cómo mi hijo no habla, creímos que esos moretones eran porque él se pegaba solo, pero nunca nos pusimos a pensar que alguien más lo lastimaba” dice Jezabel.

Pero no solo hubo hematomas, pues “G” presentaba rozaduras en sus partes íntimas.

“Cambié varias veces de marca de pañal, le ponía pomadas, lo curaba con maizena, creí que era el pañal, apenas se curaba y otra vez tenía rozaduras” recuerda Jezabel mientras revienta de nuevo en llanto.

Hubo varias ocasiones en que refiere que “G” le fue entregado sin pañal con la justificación de que “G” ya “avisaba” para ir al baño.

“Se me hacía muy raro pues él, nunca, nunca avisaba ni en casa, incluso la directora Hada Torres, se quejó conmigo porque decía que había pañales tirados en los baños y eso me pareció también extraño pues solo yo era la única que podía cambiarle el pañal y el baño al que él entraba y tenía asignado era el de los maestros. Ahí fue cuando comenzó a mostrar miedo cada vez que yo quería cambiarle el pañal, él forcejeaba conmigo cuando antes lo permitía sin resistirse, ahí fue cuando tuvo un retroceso pues lo acaban de dar de alta en un Centro de Rehabilitación Infantil (CRI) pues las terapeutas de “G” me preguntaban que qué pasaba con mi hijo y que si había ocurrido algo”, recuerda Jezabel que aún no sabía la razón de los cambios de su hijo.

La madre de “G” denuncia que su hijo varias veces fue recibido a la entrada de la escuela por Ramón “N” y alguna maestra de guardia que lo acompañaba como la maestra Irene o la  Directora Hada.

“Mi hijo se negaba a entrar a la escuela cada que lo veía y él en muchas ocasiones lo metió cargando y mi hijo llorando, solo me lanzaba una mirada de enojo hacia mí cuando yo se lo entregaba. Siempre supuse que Ramón “N” se lo llevaba al salón, hoy lo dudo mucho. A veces cuando lo recogía él traía lágrimas secas en sus mejillas, -señal de que había llorado-, y se escondía abajo las mesas” refiere.

El pasado jueves 11 de octubre, Jezabel, leyó en un chat de padres que un maestro abusaba de los niños, “ese día mi hijo no fue a la escuela porque tenía dolor de estómago y cuando leí,  me imaginé que eso era en otra escuela. Jamás pensé que fuera en el Jardín de niños de mi hijo, entonces le mande un mensaje a una mamá y ella me corroboró que era cierto y que sí había ocurrido en el “Marcelino de Champagnat”, así que de inmediato me fui a la escuela. Al llegar, había junta y efectivamente las mamás afectadas que ya habían levantado su denuncia, comenzaron a contarnos su peor pesadilla. Era desgarrador escuchar todos los cambios en sus hijos, entonces entendí todo. Ahí estaba la SEP, en total tres personas contando a un abogado y que “según” nos iban a apoyar. Cuando las mamás comienzan a platicar cómo es que se dieron cuenta y lo que les ocurría a sus hijos, -algunas mamás les enseñaron la fotografía de Ramón “N” y los niños reaccionaban muy mal-. Me acerqué a la Maestra Irene, del grupo de “G” y le pregunté si ella había notado si a mi hijo lo habían tocado y ella me dice, me asegura: “si yo hubiera visto algo, mamita, claro que le hubiera avisado y actuado” recuerda Jezabel. “Eso era mentira. Porque mi hijo también fue abusado sexualmente por Ramón “N” y nadie hizo nada por evitarlo”

Cada testimonio escuchado de las madres con hijos abusados sexualmente taladraba la mente de Jezabel y la hizo sentir responsable de no darse cuenta de lo que le ocurría a “G”. Entonces todo tuvo congruencia.

El 16 de Octubre se presentó a denunciar en el Ministerio de la Coordinación Territorial GAM 3, donde la tuvieron más de seis horas, hasta que una autoridad le explicó: “su denuncia no procede ya van más de 20 casos y la enviaremos a la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México donde atenderán su denuncia”.

“Aquel día, regresé a apoyar el cierre de vialidad en la avenida 412 y Loreto Fabela y regresé caminando a mi casa, con el corazón roto. Fue hasta una semana después que me presente a denunciar a la Fiscalía especial para los delitos de violencia contra las mujeres y la trata de personas de la Procuraduría General de la República, (FEVIMTRA), pues leí en un cartel pegado en la escuela que ahí estaba la carpeta de denuncias de las otras mamás, pero solo me entrevistaron nunca hubo como tal una denuncia porque cuando solicité una copia no de la denuncia sino de esa entrevista que fue solo lo que me hicieron, me comentaron que “No podía darme nada”.
La Comisión de Derechos Humanos se presentó al Jardín de niños y ahí Jezabel se presentó como madre de “G” y le tomaron sus datos, días después se presentaron en su domicilio. “Firmé una hoja de que me visitaron pero me dijeron que no lo podían atender porque no eran “aptos” para atender a mi hijo, desde entonces no sé nada de ellos” refiere.

Se ha cumplido un mes en que “G” o su familia NO han contado con un apoyo integral y tampoco existe una denuncia a pesar de que Jezabel se presentó a realizarla. Un mes en que tampoco la PGR a conseguido y ha reconocido que dentro de FEVIMTRA no existe algún especialista (perito o psicólogo) en atender a víctimas del delito con Síndrome de Down -lo cual ya es preocupante-, y que pueda atender a “G” para realizarle la prueba para ser sumada e integrada a la carpeta de denuncias en contra de Ramón “N”, además ninguna autoridad o institución se ha acercado a brindarle apoyo psicológico y mucho menos le han hecho alguna prueba que determine el grado de abuso sexual infantil, hay que recordar que “G” no habla. Sin olvidar que el abuso sexual infantil en niños, niñas y adolescentes con discapacidad los  expone y vulnera a sufrir este delito.

Dejemos de justificar, esconder, denunciemos, seamos conscientes de que el abuso sexual infantil existe, no callemos más.

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