lunes, 5 de abril de 2021

Tú no eres una manzana podrida, las podridas son ellas, le dice un ex alumno a otra ex alumna del Colegio Queen Mary School...

Por Yohali Reséndiz 

"Cuando leí tu nota sobre que algunas ex alumnas habían colocado un tendedero de protesta afuera del Colegio Queen Mary School decidí que quería mirarlos yo mismo. Al llegar al Colegio, respiré y y fui leyendo uno a uno los mensajes escritos y entonces, viajé en el tiempo, unos doce o trece años atrás, cuando éste que te escribe era el “niño problema” de toda una generación. 

Una generación del Colegio Queen Mary School con desórdenes alimenticios, acoso sexual de maestros a alumnas, promiscuidad sexual en el interior de la escuela, pero dónde curiosamente yo me convertí en el chivo expiatorio, una especie de villano al cual se tenía que silenciar. 

El cartel que te adjunto, me estremeció, me conmovió porque me recordó al niño, al adolescente, al alumno de aquella época porque las mismas personas mencionadas en este cartel eso me hicieron sentir. 

Yo era la manzana podrida, la persona a la que tenían que separar del resto para no dañar o incomodar.

 Ninguna de mis maestras o maestros y mucho menos la directora, me llevaron a un evento público, ni me felicitaron a pesar de haber sido el alumno más sobresaliente en una certificación de inglés. 

Fui de los pocos alumnos en ser aceptados por la UNAM (sólo unas 4 personas de mi generación lo obtuvieron) y fui recortado de modo quirúrgico en las fotografías en la escuela, como si no hubiera existido. 

Sí, por ser la manzana podrida. Por mi apariencia. Por ser tan incómodo de ver. Por nunca callarme y haber estado en contra de una escuela retrógrada, cómplice de enfermedad. 

 Hoy, a mis casi treinta años, soy una persona con dos carreras, he gozado de estupendos empleos, soy exitoso, según los estándares banales de la sociedad. Pero quiero aclarar, que lo que soy ahora, nada tuvo que ver mi paso en ese Colegio. 

Recuerdo que fui finalista de un premio infantil de literatura. Algo que el Queen Mary estaría deseoso de presumir, pues su lema “Disciplina, Moral y Eficiencia” proyecta a niños rubios, bien peinaditos y muy honorables. Algo que los carteles pegados fuera de sus muros y mi propia experiencia allí contradicen. Durante mi estancia en sus aulas, fui esa pieza del rompecabezas que no encajaba. 

Nunca me sentí feliz allí, y sólo fuera, y con los años me doy cuenta de por qué tanta saña por parte de los adultos hacia mí: ellos, las figuras de autoridad del Queen Mary, notaban que era diferente. Sí, es verdad, se dieron cuenta de mi orientación sexual y eso los reventaba. Les aturdia que no fuera una persona dócil y eso lo hacía más difícil para ellos. 

El profesor de Química señalado en varios carteles, durante sus prácticas me mantenía sólo en una sola fila, alejado de mis compañeros; en un rincón del salón.   

Tenía dieciséis o diecisiete años cuando la dueña de la escuela conmino a mis padres a llevarme con su esposo que era psiquiatra, pues yo “guardaba un terrible secreto” y además no podía volver acercarme a mis compañeros pues yo los podía contaminar. 

También recuerdo su ofrecimiento de que mis padres siguieran pagando la colegiatura completa mientras terminaba la prepa desde casa, como una especie de preso. Leer a la chica que escribió el cartel del que te he mandado foto, me rompe el corazón, pues no fui el único que padeció tantas atrocidades. 

En mi caso, mis padres hicieron una denuncia interna con la UNAM que metió a la escuela en apuros (a partir de ahí la escuela tuvo que “modernizarse”), sin embargo, me doy cuenta que no aprendieron la lección. Su proceder retrógrado y su estándar de doble (o de tercera, o cuarta, o quinta) moral sigue en pie. Haber salido de esa escuela medieval fue lo mejor que me pudo pasar como adolescente. Partí, y el monstruo quedó lejos. 

De momento…porque algo que regresó a mi cabeza, con mucho dolor, con ojos del adulto que ya soy, es que la escuela encubría a un depredador sexual. Era un secreto a voces que el profesor de Educación Física de aquel entonces sostenía romances de manera simultánea con varias alumnas menores de edad. Yo por lo menos recuerdo a cuatro chicas, una de ellas expulsada por el escándalo. De adolescente, saber el secreto me hacía sentir que era partícipe de algo más grande, algo adulto, algo que incluso debía ser protegido: era nuestro secreto. De adulto me doy cuenta de lo ingenuos que fuimos. Claramente las chicas eran las presas, el premio a obtener. No había nada de paridad en ese duelo. 

El profesor citado tenía aproximadamente treinta años y tenía un patrón muy bien trazado: identificaba chicas que le gustaban y comenzaba el proceso de seducción. Las respuestas que realmente quisiera saber es:

 ¿cuántas fueron en realidad? 

 ¿por cuántos años hizo esto?

 ¿paró en algún momento?

 La mentalidad retrógrada de la dueña del colegio se basa en la imagen: mientras la imagen sea adecuada, bonita y perfumada no importa que tengamos empleados a depredadores sexuales, lo que claramente es inconveniente para la escuela es que una chica tenga perforaciones en las orejas, o el largo de una falda (en mi caso fue mi orientación sexual). 

 Dedico estas líneas a la chica que escribió ese cartel, le paso mi fuerza, y mi aliento y le digo: NO ERES UNA MANZANA PODRIDA, LAS PODRIDAS SON ELLAS, que le dan más importancia al largo de una falda, o al largo del cabello que atender con humanidad a personas que son diferentes a atender a los monstruos que tienen empleados y que sí violentan a la juventud. 

 Eres una chica valiente, eres fuerte, y te prometo que haber salido de un lugar tan asfixiante e hipócrita te hará mejor ser humano, te juro que no estás sola (yo pasé por lo mismo, y ahora soy un chico exitoso ¡los demonios se fueron!), con los años podrás ver a otras chicas y chicos como tú con sororidad y fortaleza y podrás contarles que pudiste derrotar a esos monstruos ¡que te vengaste siendo feliz! 

 Quiero que sepas esto: los adultos detectan la vulnerabilidad y se aprovechan. Lo que ellas te hicieron fue a sabiendas. Así como a sabiendas decidieron encubrir acosadores sexuales y querer extorsionar a mis padres. 

 Te abrazo con fuerza, a ti y a todas las que comparten una historia similar. 

 Agradezco que estés lejos de esa cárcel llamada Colegio Queen MARY School que se disfraza de honorabilidad y pido también que pronto, muy pronto, tu corazón empiece a sanar" 

 Patricio N. 

Ésta reportera ha recibido más de 154 denuncias por correo de ex alumnas de distintas generaciones del Colegio Queen Mary School de la CDMX que aún están en proceso de sanar y poder compartirlo.  


 Patricio "N" tiene ahora 30 años y ha sido un ex alumno herido por quienes debían y tenían que educar no dañar. 

 Quienes son padres siempre deciden el Colegio para sus hijos en base de que es la mejor opción de educación que pueden darles y es su derecho. Sin embargo, pierdan unos minutos en leer este texto y reflexionen... 

 ¿cuantos casos así, hay en cada niño....niña que no es escuchada....? 

 Reflejense como padres en leer lo que ahora un adulto narra sobre lo que vivió de niño en una escuela que en su momento, sus padres decidieron que era lo mejor... 

Ahora bien, una sola denuncia de este tipo basta para unirse y exigir que NO SE REPITA UN CASO MÁS, incluso el cierre de la escuela. Sé que hay muchas cosas que hacer en el día pero hay que darse un tiempo para estar atentos cuando alguien lastima a los hijos en la escuela... 

 Está claro que han pasado generaciones en el que el Colegio Queen Mary School ha hecho de todo, menos respetar a sus alumnos ni educarlos y eso si, han gozado de total impunidad. 

 Eso, debe terminar. 

 ¿Tienes una denuncia?

 periodismoatodaprueba@gmail.com

 ¿Ya me sigues en Twitter? 


 @yohaliresendiz




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