Por Yohali Reséndiz
La fotografía tiene al menos ocho décadas. Fue captada en una celebración, -como muchas- que se hacían cada año al interior del predio ubicado en Fuentes Brotantes 6, Col. La Joya de la Alcaldia Tlalpan en la Ciudad de México, donde la familia Reyes siempre se destacó porque en sus fiestas se privilegiaba que "los chamacos", -que eran muchos", tuvieran un gran día.
Los pachangones que se armaban eran comunitarios, -todos cooperaban-, y las fiestas favoritas, -de quienes en ese tiempo eran niños-, fueron las posadas que se convirtieron -con el paso del tiempo-, en suspiros y nostalgias.
En esta fotografía, destaca una joven mujer llamada Lorenza Reyes que se dedicó al trabajo y a su pasión: la cocina. Un lugar que la llevaría a formar parte de la extensa plantilla de empleados del prestigioso Restaurante Arroyo y luego a un par de fábricas más, dónde conocería al hombre y al amor de su vida: Rafael López.
Ella, estudió solamente el grado de primaria y muy joven, unió su vida a la de aquel muchacho con quien compartiría los sueños y el crecimiento personal.
Quienes son cercanos y aún viven, aseguran que la violencia y los gritos, el maltratos y las agresiones, no eran bienvenidos ni aplicados en la casa de Lorenza...esas malas prácticas llegarían varias décadas después, con sus hijos y las normalizarian.
Los años felices de Lorenza ocurrieron junto a Rafael pero luego una pérdida ensombrecería aquellos tiempos maravillosos pues Lorenza, tuvo una hija que murió. La nombró Sara y era su adoración. Aquel doloroso capítulo la llevó a reflexionar si quería de nuevo convertirse en madre y solo un par de años después, dio el sí y tuvo 4 hijos más y en este orden: Hortensia, Ubaldo (balón), Miguel Ángel y Juan.
Lorenza como millones de mujeres y a pesar de contar con el respaldo económico de Rafael, trabajó la mayor parte de su vida, la cocina le encantaba y disfrutaba los sabores y olores. Aquella cocinera empírica, exquisita y única, preparaba platillos sin tener ningun estudio, aunque es necesario contar que la magia de su sazón fue aprendido de las abuelas de su época que con su "toque" deleitaban a los paladares mas exigentes.
Y así, la vida de Lorenza siguió entre fiestas, los hijos, las comilonas familiares, respaldada y acompañada por otro hombre: Modesto. Un primo, con el que prácticamente compartía el mismo destino y espacio de un terreno que fueron fraccionado conforme las necesidades familiares y aquellas paredes divisorias crearon esa especie de laberinto actual.
Con el paso de los años, Modesto enfrentó la enfermedad: una embolia. Y a falta de hijos o esposa, sus sobrinos, José y Rosa tomarian ventaja y verían en él la posibilidad de vivir con "calidad" sin el esfuerzo del trabajo y a la muerte prematura de José, Rosa María Reyes comenzaría a violentar económicamente a su tío enfermo a cambio de "cuidados". Actualmente ella es quién cobra y se queda con el dinero de la renta de los departamentos, propiedad, de Modesto Reyes Nava, un hombre tres años menor que Lorenza y que aunque vive sin golpes, comparte el terreno y la misma condición de abandono que su prima Lorenza. Para los testigos consultados para esta historia definen su vida como "deplorable" dentro de ese mismo predio que durante muchos años, mientras la fuerza, salud y entereza de Lorenza, Rafael y Modesto, con trabajo se permitieron no depender de nadie.
¿Pero, el abuso repetitivo se siembra?
Es muy triste, pero ocurre. Sin embargo, nadie de Los Reyes consultados puede recordar si los padres de Lorenza o Modesto dieron maltrato, abandono o algo parecido. Lo que si, es que recuerdan que nunca hubo excesos violentos en casa.
Quienes recuerdan a Lorenza en su juventud, la visualizan como una mujer trabajadora y amorosa, muy amorosa con sus hijos, que al crecer se casaron pero jamás abandonaron el nido, pues ese terreno es tan grande que les permitió construir y vivir juntos pero no revueltos y como casi siempre ocurre en las familias mexicanas, cuando hay varios hijos, casi siempre uno asume al cien la convivencia y cuidados de los padres y en esta historia de la familia Reyes, esa responsabilidad le tocó a Miguel Ángel, que muchas veces, amargado, por la vida mediocre, descargó su ira en aquella mujer que le dio tanto, incluido el techo para sus hijos, -nietos de Lorenza-, y a cambio él, le dio maltrato y olvido. Gritos y leperadas. Silencios y empujones con una dosis extra de coraje, desesperación y rabia, salpicados de una neurosis evidente que los hermanos fueron solapando porque eso era más sencillo que asumir y compartir responsabilidades sobre los cuidados de una mujer llamada Lorenza que desde niños, sí, por ser su madre, pero más por amor y convicción los cuidó, amó, sirvió, consintió y ofreció su vida y frutos, -producto de su trabajo-, para que ellos, -sus hijos-, pudieran lograr alcanzar en una vida de calidad.
Así que, mientras Lorenza envejecía, fue más fácil subir el volumen de la música guapachosa y cerrar las ventanas a enfrentar la realidad que viven millones de abuelos y padres en este país y que no han tenido la fortuna de ser viralizados y expuestos en un video doloroso e indignante. Porque en estos tiempos, eso sí es fortuna, pues solo así, la vergüenza hace reflexionar a los involucrados y son de alguna manera obligados en lo moral y en lo legal a reparar el daño.
¿Cuántos adultos mayores desearían que alguien grabara su sufrimiento?
Hoy, Lorenza de 95 años, tiene la oportunidad de vivir con calidad, en otro lugar, pero lamentablemente, la costumbre es más fuerte que el amor, ya lo escribió, Juan Gabriel, así que ella ha decidido ante la autoridad quedarse en SU espacio y claro, esa decisión tiene y debe ser respetada como derecho. Pero cómo se puede garantizar que aquella situación cambie y que la violencia e indiferencia desaparezcan...si ya hay en ellos un patrón aprendido.
Lamentablemente, sólo hay una camino que podría lograrlo eliminarlo de raíz y es la muerte de Lorenza sin que necesariamente con eso, ese capitulo se cierre, pues hubo niños, hoy adultos que sus padres, (hijos de Lorenza) han crecido y han educado a sus hijos y nietos con ese maltrato permisivo, activo y silencioso que puede repetirse una y otra vez durante generaciones.
Y si a eso le sumamos que no hay una autoridad rígida y profunda ante la aplicación de la ley en casos así y se tienen respuestas tibias e indiferentes, el delito puede ser impune por décadas.
Lorenza Reyes ha cimbrado las redes y sacudido conciencias y a sus 95 años es la protagonista de una historia de familia que es repetitiva en los hogares mexicanos.
Es verdad, la violencia intrafamiliar no es un delito grave pero la autoridad está obligada a recibir la denuncia y escuchar a quienes quieren detenerla aunque no se sea familiar. Estas denuncias debe ser atendidas CON o SIN videos virales....
En cuanto a la sociedad, nos toca ser empáticos, solidarios, unidos como los vecinos de Tlalpan que al saber del maltrato a Lorenza se han organizado para exigir justicia pero también para solicitar a la autoridad el apoyo de especialistas para una educación de respeto hacia los adultos mayores. Sin olvidar resaltar que violentar a un adulto mayor es desdeñar un cúmulo de experiencias y siempre el maltratador, perderá más.
Ahora, miremos a Modesto y preguntemos... quien va a grabar a su nieta cobrando las rentas y dejando al olvido a quien realmente tendría que disfrutar de esa cosecha que él mismo sembró.
Seguimos pendientes de la historia y sus consecuencias.
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Errores: La joya. No se menciona al hijo de la señora Lore fallecido hace cuatro décadas,por tanto no son cuatro. Testigo soy de la denigración de el señor esposo hacia ella, mientras vivió sus últimos años. Coincido en el estado patológico que provoca el cuidado de una compañía con síndromes obsesivos. Por eso considero injusto, sin señalar a nadie, que una mujer que ha ayudado hasta a tataranietos, pase por golpes. Agradecimiento a ella y su hermana Li por haber mantenido lazos fraternales y de servicio al interior del grupo vecinal. Coincido en que si no hay responsabilidad y enseñanza dentro del clan los límites humanos, naturales, hacen ver las conductas desde la perspectiva de la propia incapacidad y se toma como inevitable. Se ha dicho que si te queda cuidar a un viejo, lo cuides y ya. Pero aún así demostramos que no fue uno sino todo un equipo el que solventó el estar de la señora Lore Reyes. Bien por las instituciones y qué siga creciendo la ayuda a los cuidadores. Un día para ellos. Un sueldo para ellos
ResponderEliminar@yohaliresendiz que ha pasado con la Sra. Lorenza Reyes?
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