jueves, 18 de febrero de 2021

No te olvido...Ingrid.... Por Ingrid, por ellas, por nosotras…

 

Por Yohali Reséndiz

La noche del 8 de febrero del 2020, como muchas otras, Ingrid comenzó a discutir con Eric Francisco “N”, en un departamento en la Colonia Vallejo, de la alcaldía Gustavo A. Madero. Varios escucharon sus gritos que debieron ser, para cualquiera, una sacudida. Sus palabras eran de reclamo para pasar a la desesperación y luego al dolor…eran gritos con eco que clamaban ayuda….pero nadie hizo nada. Quizá pensaron: ¡Ella tiene la culpa! ¡No es nada, así es siempre! ¡Te metes y luego, regresa! y mientras la vida seguía afuera, dentro de aquel lugar, en la cocina, su agresor y pareja le arrancó la vida con la convicción de que tenía el derecho a someterla. Enseñarle quién manda. Educarla. Corregirla, partiendo de una superioridad moral sobre ella.

Como la mayoría de los feminicidios, el asesinato de Ingrid Escamilla, representaba el fracaso que sintió Eric Francisco “N” para seguir sometiéndola, pues los hombres violentos, siempre van a preferir torturar a sus víctimas psicológicamente y físicamente pero, cuando en ellas, ya no hay un efecto que respalda esa conducta violenta, no miran otro camino más que eliminarlas.  

No me queda duda que Ingrid tomó valor y le gritó en la cara a su verdugo que deseaba ser libre, que estaba dispuesta a romper sus ataduras y le resaltó que recuperaría su identidad. Por eso, fue asesinada. Así que, mientras el silencio reinó y la ciudad dormía, el cuerpo de Ingrid fue torturado.  Y no, aquí nada tuvo que ver el diablo sino seguir demostrando que él, seguía teniendo el poder sobre ella.

Ya con la luz del sol, vendría para una sociedad apática, otra vez, una sacudida, ahora en forma de video donde el feminicida confeso de Ingrid, un ser sin alma, describía sin anestesia e inhumanidad lo que le había hecho. La filtración de la fotografía de su cuerpo, se convirtió en el frentazo para una sociedad incapaz de reaccionar, al evadir su responsabilidad y no actuar, no mirar, no escuchar para luego, permanecer en la comodidad de sus refugios personales desoyendo cualquier grito de auxilio. Si lo analizamos bien, aquí la cuestión es que nadie tocó la puerta de aquel apartamento para saber si ella necesitaba algo, ni nadie llamó a la policía. He escuchado a quienes justifican que la exposición continua a hechos tan violentos ha logrado que normalicemos la violencia y no, esto que ocurrió no tiene justificación ni humanidad. Y debemos dejar de ser solo testigos y realmente preocuparnos por el prójimo sobre todo cuando éste clama ayuda. Aquí ya no se acepta un: “Lo siento, pero no me podía meter”. Silencio cómplice e impunidad casi siempre acompañan los crímenes por odio.

El cuerpo de Ingrid grita, la necropsia describe que su muerte se debió a la hemorragia ya que ella fue tomada por la espalda para realizarle un par de heridas con un instrumento punzo cortante que lesionó las estructuras del triángulo carotídeo. En la palma de sus manos, se observan heridas de defensa -cortaduras del instrumento, (cuchillo)-, en señal que todo el tiempo quiso protegerse. Además su cuerpo registra, que tuvo del lado derecho, penetrantes de toráx, es decir, que después de que Eric Francisco “N” le cortó el cuello, la lesiona con el mismo cuchillo a la altura de las costillas. Ingrid entró en un estado agónico profundo. Las estructuras del cuello fueron mortales desde el principio y el instrumento que utilizó fue con la decisión de asesinarla. Ella, no había fallecido totalmente cuando este depredador patológico comenzó a diseccionarla. Y no,  no se trataba de un enfermo mental, sino de un estado esquizofrénico momentáneo y consiente, tanto que fueron horas (casi 7)  las que estuvo lesionando a Ingrid una y otra vez. Su odio le dió la fuerza. Su dominio sobre ella, hizo que después de astillarle sus costillas con cada gajo de piel que fue cortando, se le encimara, las rompiera y las separara hacia afuera.  

Ingrid Escamilla de 25 años, recibió todo el rencor y desprecio que una persona puede manifestar a otro. Dejarla “hueca” fue un reflejo de despojarla de todo, de hacerla lo menos posible. Humillarla. Exhibir su cuerpo violentado y demostrar lo que un hombre violento y enardecido es capaz de hacer.

Sin embargo, la vejación a Ingrid no fue sólo por parte de su pareja, pues a la llegada de los peritos asignados al caso que debieron realizar un estudio riguroso con la finalidad de contribuir a esclarecer los hechos acaecidos en base a datos científico-técnicos, no hicieron bien su trabajo, pues olvidaron realizar el raspado de uñas que pudiera indicar que Ingrid, se había defendido desde la etapa temprana a la discusión y su defensa pueda demostrar que Erik Francisco “N” en todo momento, la atacó primero. Los encargados del peritaje que juega con un papel fundamental en el proceso penal, no cumplieron con el protocolo imprescindible en un feminicidio y no aportaron los elementos necesarios para un esclarecimiento en los hechos. Sin embargo, sí aportaron material en video y fotográfico que fue distribuido en segundos a tráves de whatsapp y subido a redes sociales.

Los peritos tampoco respetaron a Ingrid ni su muerte, ni la serie de reglas jurídico_técnicas que se necesitan para que su investigación en el caso sea conforme a derecho y no exista contaminación alguna, para efectos probatorios, ¿Cómo es que olvidaron realizarle a Ingrid una prueba fundamental?  Así que sí, después del feminicidio de Ingrid, vino la insensibilidad e ineficiencia de la autoridad, el morbo de la sociedad machista, el nulo respeto de medios impresos que retomaron la fotografía de su cuerpo y la consideraron para su primera plana y hubo en todo momento, un vacío de derechos hacia la víctima y du familia, sin olvidar resaltar que quien asesina a las mujeres, no son monstruos; son esposos, novios, parejas, vecinos, o amigos.

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1 comentario:

  1. Indiferentes, indolentes, en eso nos hemos convertido. Qué porquería! Descansa Ingrid

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